Laura guarda en una caja de acrílico roja una ilusión óptica, una sonrisa en un papel, un anhelo que no existe y un nudo enredado. Cada vez que la abre para mirar se vuelve verde, pero algo le dice que es mentira.
La cierra y es roja de nuevo como la sangre de cualquier cuadro realista que cuenta sobre una pintura en la cabeza, un tallo en el estomago, unos pinceles en la mano y un encierro en el papel.
En la cuenta de costos le faltan suministros y sensación de saciedad. El agua que no llena, corre y se pierde. Toma de la vid que le dará calor a su alma y desde allí, su hogar y lugar, brindara con el.
¿Quien sos? - le preguntaron un día al pasar. Y en un desinterés absoluto, de una forma hueca que es medio suya, entendió que ahora seria ella, con todo lo que eso le implicaría.
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