12 de enero de 2010

Otro Final

Interrumpí esta carta porque debía asistir a una tarea de comisiones. Y cuando llegué a su asa Andreè, entre el primer y segundo piso, sentí otra pelusa en a garganta. Pero esta vez no fue como las otras. Tan solo sentirlos asomándose por la lengua, con ese calor y esa humedad que todos traen. Ya nada era igual Andreè. Cuando bajé del ascensor, antes de vomitar lo que parecía una familia entera, abrí la puerta: todo apagado y sin Sara a la vista. De rodillas Andreè, de rodillas tuve que sacarme el enjambre de conejos que se venían. Metí los dedos y ahí estaban: atorados en mí.
Desperté de noche, por los ruidos en sus libros. Eran ellos Andreè, estaban por todos lados, comiendo toda su casa. Ya nada tenía su orden implícito. Ese, que tanta extrañeza me causo al venir.
Seis. Media docena de conejitos: marrones, blancos, negros, grises. Sin ver más que esos, fui hasta la heladera buscando algo: la salvación, que no encontré fría. Solo una nota a la altura de mis narices, de esas que uno guarda para recordar cuanta ternura, cuanto amor, cuanto silencio.

“Tuve tareas imprevistas que resolver Señor. Tiene su cena en el plato bajo el repasador blanco. La Señorita Andreè llamó por la tarde y avisó su pronta llegada mañana en la mañana.
Cuando vuelva echaré veneno en su dormitorio, creo haber oído ratas detrás del armario”

Sara.

Al encontrar esta carta Andreè, sepa que no le he querido romper sus pertenencias. Pero mis conejitos ya no eran “mis”; Tampoco de otro.
Cuando llegué al dormitorio su noche había acabado. Mezclados entre las colchas crema y almohadones despedazados estaban ellos.
Pero no se preocupe, por favor insisto, no lo haga. He tirado cada uno al abismo de la calle Suipacha -ese abismo de apenas unos 6 metros de cemento- a volar una mejor suerte. Escuche gritos en la calle. En cuanto quedaron sordos, preparé las valijas y me dispuse a cenar en el balcón con el paisaje de salpicados conejitos en la calle, y salí. No sin antes ordenar las últimas cosas, esconder mejor los libros y limpiar las pelusas de todo su departamento.

Año 2007

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